viernes, 29 de mayo de 2020

COLOR PARA EL OTOÑO


Almohadones bordados


¡Llegó, y me encanta, el otoño!
Anaranjados, rojizos, marrones, esos colores cálidos que se arremolinan en las veredas y en los jardines tienen la particularidad de levantarme el ánimo. 
Caminar entre las hojas secas, poder salir a las plazas sin que el sol te queme o el frío te congele. Algunos lo sienten triste, pero a mí me parece una estación ideal.





Me gustan las hojas furiosamente púrpuras de la enredadera de mi vecina volando hacia mi césped,  cuando el viento del sur las trae como si fueran mariposas, amontonándose en mi jardín y pintando el patio con manchones de color.
Y me gusta sentarme bajo la tibieza del sol en las tardecitas, con mi bastidor, las agujas, las lanas y un trozo de tela, aprovechando estos días templados antes de julio y el frío húmedo del invierno.
Y se me dio por bordar almohadones, practicando con paciencia los puntos aprendidos durante el año.



Sobre el lino casi blanco los tulipanes fucsias, las campanitas doradas, las hojas aún verdes.



Hice dos, uno recreando un diseño de Anna Scott, otro una mezcla  de varios motivos, con los mismos colores.



Y éstos, con la decoaguja, una técnica que no es mi preferida, pero quedaron simpáticos. Los colores bien otoñales, y en lana teñida artesanalmente.



Los saqué al patio, les acerqué unas bromelias para la foto y ahora me los llevo para acomodarlos en los sillones.

Sé que no están perfectos, pero los hice con ganas, con el corazón en cada puntada. Con la emoción de seguir aprendiendo, agradeciendo todos los días el hecho de poder hacer.

Sin buscar lo perfecto, buscando la emoción de la tarea cumplida.

Besos mil!!!



viernes, 1 de mayo de 2020

MADERA Y METAL

Reciclado de marco 

Efecto repujado con papel aluminio





¡Me encantan los espejos!

Y los marcos que los contienen, por supuesto. No sé qué tipo de atracción ejercen sobre mí  esos cristales que te miran cuando los mirás, que reflejan la luz, que son como fotografías en movimiento, que a veces te hacen respingar, cuando pasás frente a uno y no te reconocés, ¿No te pasó nunca, eso de asombrarte ante tu propia imagen?
Hubo un tiempo en que no me gustaba mirarme en los espejos, que acusaban el paso del tiempo, pero ya estoy amigada con ellos, me miro y me veo como soy, con todos mis años, con todas las huellas de mi edad, y estoy conforme.
Porque he vivido, porque aún vivo, y tengo proyectos y sueños, y también recuerdos.

Y porque cada espejo que cuelgo en una habitación es para mí como una lucecita, una ventana al cielo, al brillo de los astros.
¡Me los imagino como si estuvieran hechos de estrellas!!! ¡Trocitos de estrellas brillando en un rincón de casa!


Este marco gigante vino a casa y no encontraba el tiempo y las ganas para intervenirlo, hasta que decidí probar una técnica vieja pero muy fácil y efectiva, la imitación metal repujado con papel aluminio. Sí, el papel que usamos en la cocina.

Primero, tuve que ajustar las esquinas, que estaban abiertas.



Por el lado de atrás, las engrapé. Tapé todas las imperfecciones con masilla para madera, que lijé al secar.



Como se ve, estaba bastante feo, la chapa saltada en varias partes.



Una mano de fondo para madera blanco.



Decidí hacer un rayé en tonos madera, en los ángulos que forman las esquinas.
Primeramente di una mano de color ocre o mostaza.



Luego apliqué una mano de acrílico glaseado color sombra, y lo barrí. Se puede hacer con esponja o con el peine de goma.



Así quedaron las esquinas. Fijate que delimité con cinta de enmascarar la zona a trabajar.



En la parte central, apliqué un estencil y con enduído hice el relieve. Dejé secar muy bien, y pasé una lija fina para sacar las rebabas.



Sobre esta parte central pegué con cola de carpintero una hoja de papel aluminio de cocina, haciendo presión con un trapo de algodón para marcar los relieves.
Con un hisopo, repasé todos los arabescos, para que se marcaran más, cuidando de no romper el papel.



Saqué las cintas de pintor con que había protegido las partes pintadas, y con una lija retiré el papel sobrante de los bordes.



Preparé una pátina con acrílicos negro y gris.



La apliqué con pincel y retiré enseguida con un paño de algodón.



Apliqué la pátina varias veces, hasta lograr el efecto que buscaba.



Acá se aprecia el simil repujado







Cuando quedó a mi gusto, barnicé todo el marco con barniz poliuretánico .
Y así quedó. Por ahora no puedo poner el espejo, porque no están trabajando las vidrierías. Igual quería ya mostrarlo, porque me gustó mucho hacerlo. Acá  se ve de perfil.



Y acá de frente.




La calidez de la madera que suaviza el frío del metal  resultó en una conjunción cálida, por lo menos me parece a mí; no veo las horas de poder ponerle el espejo, y colgarlo en esa pared de la entrada.
Creo que un espejo en el recibidor es necesario. También un perchero, que será lo próximo que intente, si encuentro por casa los elementos necesarios.
¡Esta cuarentena es eterna, ojalá ya se terminara!
Tantas veces que renegamos por tener que madrugar para ir al trabajo, y hoy te aseguro que espero el día en que digan que ya podemos volver.

Bueno, por hoy te dejo, deseo que estés bien, quedate en casa y será hasta la próxima, ¡Besos mil!!!