sábado, 30 de enero de 2016

Un licuado vintage


Restauración de una licuadora años '50

Vamos a hacer un licuado.
Una banana madura, un yogur de dulce de leche, un vaso de leche, un poco de azúcar, mucho hielo picado.
Meter todo en la licuadora, darle treinta segundos a la velocidad máxima, servir en vaso alto, y salud!
Eso sí, si lo hacés en la licuadora que acabás de restaurar, mejor.



Estaba así, descartada. Tirada. Sucia. Muy sucia. Se estaban mudando y dejaban atrás todo "lo de la abuela". Inmediatamente después de haberle puesto los ojos encima, la visualizé en mi cocina. sobre la mesada, en el rincón cerca del enchufe. Y se vino conmigo.



Primero fue pasarle un trapo con alcohol, por todas partes, por las dudas. Desarmarla, despacio y sacando fotos de cómo y dónde van todos los componentes internos. Esto lo aprendimos a los golpes, no sabés qué feo es desarmar algo y cuando lo querés armar de nuevo, te olvidaste la posición de algún elemento.



Le faltaba una pieza. No se consiguen repuestos, obvio.  Es la del centro.



Compramos una pieza nueva, y la hicimos tornear para adaptarla. En la foto siguiente se nota la parte central, con el tornillo cuadrado.



Este es el estado del enchufe, bien necesitado de una limpieza. Pero qué linda forma tiene!



Armada, limpia, es increíble cómo funciona el motor, la velocidad que levanta. Esta es la placa de fabricación. 



 El cable y el enchufe, ahora impecables.



La verdad es que yo tengo una licuadora nueva, pero esta me puede, no sé qué belleza le encuentro a estos objetos de ayer, que se me pegan a las manos. Y al corazón. Estoy segura que te ha pasado lo mismo con alguna "chatarra" oxidada, con algo que otras personas consideran de descarte.

Y bueno, somos así... no vamos a convertir la casa en un depósito de objetos viejos, viste, pero algunas piezas vintage, una joyita retro, y si es posible uno o dos muebles de los de antes,  quién puede resistirse.

Ahora faltaría hacerla cromar, ya que el acabado está un poco estropeado. Lo estoy pensando, no sé si cromarla o dejarla con las huellas del tiempo.

Por ahora, te la muestro así, tan contenta en su rincón, lista para ser usada.



Nos vemos en lo de Marcela Cavaglierii.

Buen finde, besos mil!



lunes, 25 de enero de 2016

Una silla en terapia, parte 2

Reparación de silla estilo inglés.

Muy buenos días, hoy continuaré con la recuperación de una de las sillas que me regaló mi casi hijo Juan.
Como te conté en la entrada anterior primero la limpié, separé las partes que necesitaban reparación, y retiré todo el pegamento cristalizado de las espigas y cajas, para volver a encolar.
Esta rajadura fina que había en el larguero, la separé haciendo palanca con una espátula fina y  con mucho cuidado. Metí cola de carpintero en la hendidura, y apreté con una prensa chica.


Siempre hay que poner un trozo de madera entre la prensa y la pieza a encolar, para que no se marque la madera.
Luego, apretar bien pero bien fuerte, limpiar con un trapo apenas húmedo los restos de cola, y dejar veinticuatro horas. 



Pasado ese tiempo, encolé y ajusté el travesaño trasero del asiento, que estaba un poco desencajado. Fijate que no lo desarmé, porque hubiese tenido que desarmar todo el respaldo de la silla, y no estaba tan mal, sólo un poco despegado. 



Ajusté con el sargento, poniendo dos pedazos de madera entre éste y los largueros de la silla. Una vez más, hay que esperar veinticuatro horas, para seguir trabajando. 


En la foto que sigue, se puede observar cómo encolé la espiga del asiento y la caja correspondiente, que había limpiado bien de restos de pegamento viejo. 



Tuve que suplementar con dos maderas,  ya que el asiento queda más adentro que el larguero.


En esta foto, se puede apreciar cómo ajusté el asiento de la silla.


En la parte delantera del asiento, una rotura importante. Esta  es una sola pieza, lamentablemente tuve que cortar la parte superior, y reemplazarla con una moldura nueva. 



La fijé con unas grampas en forma de ele, que fabricó mi esposo (un artesano de los de antes, tiene soluciones para todo), aparte de encolarla.



De frente, quedó así.


Y por hoy, me retiro a descansar y tomar algo fresco, ya que estamos a 40 grados de temperatura. Seguimos el lunes que viene, mimando este regalo de mi Juancito. Te deseo una hermosa semana, y  ya sabés, te espero siempre que tengas ganas de visitarme. 
Besos mil!

viernes, 22 de enero de 2016

Fiebre de dorado

Florero de vidrio con técnica de bolseado en dorado

 Hace unos días, cuando hice este frutero, usé por primera vez un aerosol de pintura negro mate que me regaló mi hijo menor. ¡Estoy encantada con esta pintura, es muy cubritiva y seca rápido, todo un hallazgo para mí!
Tenía unas ganas bárbaras de probarla sobre vidrio, entonces busqué y encontré varios recipientes que fueron centros de mesa en algún casamiento o fiesta de aniversario.
Este que te muestro, me parece ideal para ponerle flores naturales, o alguna planta de esas que viven bien en agua.
Y como tengo que hacer varios regalos, pensé que podía probar a ver qué tal resultaba una idea que tenía en mente hace rato.

Los elementos que usé, creo que son bastante comunes y económicos, salvo el aerosol, pero rinde tanto que amerita comprarlo (si no te lo regalan).

Materiales:

Objeto de vidrio
Cinta de pintor
Papeles de diario para proteger la superficie de trabajo
Pintura en aerosol negro mate
Glaseador o retardador de secado
Pintura acrílica dorada
Un pincel
Bolsa de naylon

Paso a paso

Primero lavé bien el florero. Una vez seco le pasé alcohol, para desengrasarlo.
Lo cubrí con dos capas de pintura en aerosol negro mate.


Fijate que lo hice afuera, y cubrí una superficie bien grande con papeles, por las dudas. También podés hacerlo dentro de una caja de cartón.
La pintura recién aplicada parece brillosa, pero al secarse es bien opaca.

Ahora, la parte de la decoración. ¡Dorado!

Y sí, Marcela en su aniversario de findes frugales, nos tentó con el dorado, y ahora hay que usar la pintura acrílica doradita....

En primer lugar, delimité con cinta de pintor dónde quería hacer la técnica de bolseado.




Pinté con glaseador o retardador de secado, y enseguida le dí pinceladas desparejas con el acrílico dorado.






Tomé una bolsa de plástico, la arrugué así.



Luego la coloqué sobre la parte pincelada con el acrílico dorado, apretando un poco.



Y ya está. Si no te gusta como quedó, se puede retocar,  apoyando la bolsa en distintos lugares.




Retiré las cintas de pintor,  dejé secar bien, y ya está, un jarrón negro con destellos dorados, los colores que le gustan a la persona que lo va a recibir (es un regalo para una compañera de trabajo).



Y se lo voy a llevar con estas plantas, para que alegren su oficina.



Fijate, del otro lado le hice como un triángulo invertido más chico, y todo el borde inferior, también lo decoré en dorado.


Ahora me voy al finde frugal de Marcela Cavaglieri, deseántote que tengas un hermoso fin de semana.
Besos mil!!!


lunes, 18 de enero de 2016

Una silla en terapia

Restauración de una silla 

Hoy empiezo a recuperar un par de sillas de estilo inglés, que me regaló mi casi hijo Juan para Navidad.

Una está en buen estado pero la otra, pobrecita, necesita unos cuantos mimos para volver a lucir.




Los elementos que voy a usar son:
Cola de carpintero
Lijas número 100, 150
Espátula
Escofina
Trozos de madera de distintos espesores
Tornillo de ajuste o sargento
Prensas chicas
Sierra caladora

En primer lugar, limpié bien las sillas, y las lijé con una lija 150, para retirar todo el lustre o barniz.
Después, identifiqué todas las partes que necesitaban reparación.

Esta silla tenía el asiento desencolado, rotas las escuadras traseras (son esos triángulos que sostienen el asiento y que se ve quebrado en la imagen), y  un larguero estaba rajado.
En las fotos que siguen se pueden ver algunos detalles.

Acá se observa  la escuadra trasera quebrada, y el desencolado del asiento
Trasero del asiento separado del lateral, y rajadura vertical en el larguero

Trasera del asiento despegado del larguero

Como verás, separé la parte anterior de la silla porque estaba muy floja. Y realicé una limpieza con escofina primero y lija 100 luego, de las espigas y las cajas del asiento, para volver a encolar. En la foto anterior se aprecia la caja limpia.
En la imagen siguiente, la espiga con restos de cola reseca y cristalizada, eso hay que sacarlo todo, de lo contrario no quedaría bien, la cola no pega sobre todo ese material viejo.

Espiga con restos de cola. Se deben quitar totalmente.

La foto de la espiga totalmente limpia no salió, pero date una idea por esta imagen que sigue, donde se ve que ya había empezado a retirar los restos de cola cristalizada.



Bueno, hoy te mostré una parte de este trabajo.  El lunes que viene la encolaré, pero mientras tanto hay que hacer, en madera maciza, las escuadras que están rotas.
Sólo hay que tomar el molde, y cortar con sierra caladora, o llevar la plantilla de la escuadra a una carpintería y hacer que te la corten a la medida.

Espero que se entienda esta especie de tutorial, y que las fotografías sean lo suficientemente claras, como para darte una idea de los pasos a seguir.
Si algo no está bien explicado, o se me escapó algún detalle, por favor te pido que me lo hagas saber, y te prometo contestar enseguida.

Te dejo un gran abrazo, y el deseo de que pases una semana genial, Te espero el lunes que viene!




viernes, 15 de enero de 2016

En el fondo del jardín


Macetero reciclando de silla de oficina

Hola!
Acabo de terminar un macetero, y no podía esperar para mostrártelo, tan contenta quedé con el resultado.
No es nada del otro mundo, pero disfruto muchísimo en el patio, con mis plantas queridas, y todo lo que hago para ellas me llena de alegría.
Y lo trabajé todo afuera, en el patio, a la sombra de mi cina cina, rodeada de verde... ¿Qué más puedo pedir?

... Era una silla de oficina, me parece, porque lo que encontré sólo fueron las patas. Estaban cromadas, pero el óxido las había invadido.



Nada que una buena lijada con tela esmeril no solucione.
Uso la tela esmeril sobre metal porque es más flexible que la lija, dura más, y no raya. 
Si te fijás bien, para hacerlo macetero le soldé (Mejor dicho soldó mi esposo, un santo que me soporta hace más de treinta años) dos piezas de hierro en forma de U, para sostener la maceta.



Después del lijado, una buena mano de antióxido. Te cuento que cuando son sillas o mesas chicas, las pongo patas arriba y pinto como en esta foto, la parte inferior de las patas, y todo lo que quedará abajo, primero.



Luego doy vuelta, tomando de las partes que no pinté, y termino toda la pieza.



Una vez seca la capa de antióxido, dos manos de esmalte sintético blanco, y listo.
Ubiqué una maceta alargada, que tiene la medida justa, y a llenarla de verde!



Un consejo: Al elegir qué plantas poner en un macetero así, hay que tener en cuenta que tengan los mismos requerimientos de luz, agua, y tipo de sustrato. No se pueden poner juntos un cactus y una bromelia, no resultaría, ya que el cactus es de poco riego, mientras que la bromelia requiere mucha agua.
Estas son Fittonia, Cordatum y dos Peperomias, contando de izquierda a derecha. Son fáciles de cuidar, y pueden ir tanto en interior como en exterior, pero resguardadas del sol. Necesitan luz, riego abundante en verano, y proteger de las heladas en invierno.

Un primer plano de mis plantas en su nueva casa...


 
Espero que este finde lo pases bien, que hagas alguna actividad que te agrade, ya sea pintar, tejer, jardinear, coser, pasear por el parque...
Yo me voy a visitar a Marcela Cavaglieri, en su finde frugal, para ver qué cosas lindas presentan las chicas. 
Te espero el lunes, con las sillas que estoy restaurando... besos mil!

lunes, 11 de enero de 2016

El regalo


Hola, cómo estás hoy, yo contentísima, deseando mostrarte algunos de los regalos que recibí esta Navidad.
En primer lugar, el mejor obsequio que me pudo hacer la vida: pasar otra Navidad con mi esposo Osvaldo y nuestros hijos Luciano y Agustín.
Ellos son el regalo que le pedí un día al Universo, o a Dios, o al Destino, o a la Vida, como quieras llamarlo. Y cada año que pasa, cada día que pasa, agradezco por tenerlos a mi lado.

Y, aparte de tener a los muchachos en casa, vino Juan.
Juan es ... no sé si podré explicarlo bien, es ese casi hijo que llegó a nuestra vida de la mano de  Agustín.
Un compañero de estudios, que por esas cosas de la vida estuvo un tiempo alejado de su familia, y se "aquerenció" con nosotros. Y nosotros con él.
Un gigante de metro ochenta y dos, con cara de malo, pero con el corazón más bueno y generoso del mundo.
Juan es el que cada tanto aparece por casa para contarnos sus cosas, pasar un rato tomando mate con facturas (con mucho dulce de leche), o un asadito de los que hace mi esposo.
Es el que se ofrece para ayudar en lo que sea, el que un día nos escribió en una tarjeta que nos consideraba su familia, el que extrañamos cuando pasan muchas semanas y no viene.
Y es el que me dice Alis, así con s, y esta Navidad se presentó en casa con regalos. Pero no cualquier regalo, no algo comprado a los apurones "porque es Navidad"  ¡ Él trajo lo que a mí me gusta: objetos a recuperar!

Porque el regalo, el hecho de regalar, implica pensar en quien lo recibe. Esa es la  verdadera naturaleza de regalar, no gastarse medio sueldo en algo costoso o espléndido... sino ofrecerte esa cosa que aunque no  cueste un peso, es justo lo que querés, lo que te gusta.

Y ya te estoy mostrando algunos de los objetos que mi Juan rescató para mí, de una mudanza. Eran muebles que iban derecho al contenedor de basura, ¡Dios mío, no puedo creer que fueran a tirarlos!
Por ahora, te los muestro así como están hoy, pero esta historia continuará, por supuesto!!

Dos sillas estilo inglés. Esta está bien, la otra hay que restaurarla.


Mirá esos zapatitos dorados!



Siempre quise una de estas.


Necesita trabajo, pero ya la vamos a recuperar.
Aparte de estas dos bellezas, hay otras cositas, que están en proceso de recuperación... en unos días te mostraré los avances, ahora me voy a tomar unos ricos mates, deseando que este año que empezó te traiga todo lo que desees, y sobre todo que tengas los regalos más maravillosos, que son la vida y  la salud, y alguien a quien querer. 

Te agradezco que pases por acá, y como siempre te digo, sos bienvenida a mi casa! 
¡Besos mil!


viernes, 8 de enero de 2016

Frutera de metal pintado

Reciclando objetos de metal 

Hola,  cómo estás empezando el año? Ojalá que bien; por acá con mucho calor, cortes de luz casi a diario, mucha lluvia por si fuera poco... pero con muchas ganas de trabajar y compartir un poquito de mis días con vos.
La semana pasada, encontré varios objetos en un bazar de descuentos, de esos que venden piezas sueltas y saldos, a precios bastante económicos.
Estaba buscando otra cosa, cuando vi varios recipientes metálicos tan pero tan baratos que tuve que comprarlos. No me pude resistir, total, siempre se les puede encontrar utilidad.
Y casi sin querer me salió esta frutera o centro de mesa bien rústico, con aire de campo, como me gusta a mí... 
Creo que lo podés  hacer con alguna tortera o budinera que tengas en casa y ya no usás, porque está viejita y cumplió su ciclo (su primer ciclo), o guardar la idea para cuando llegue a tus manos ese objeto que alguien desechó o está en una estantería esperando que lo rescates para darle vida.
Mirá, fijate que es rápido, fácil, limpio, frugal, sí, esta vez es bien frugal.

Paso a paso

Primero presenté la copita en la base de la budinera, tratando de ubicarla bien en el centro. Luego marqué con marcador negro el  lugar donde iría, y la pegué con pegamento de dos componentes transparente. Realmente pega de todo, y queda fuerte. Hasta las macetas rotas reparo con este producto.



Una vez seco, lo pinté con pintura en aerosol negro mate, solamente una mano, para que hiciera de mordiente.



Dejé secar, y cubrí con látex blanco roto, dos manos por dentro y por fuera.



Luego, dos capas de verde en el exterior (Creo que ya te dije que amo el color verde...)
La primera mano, un poquito aguada, la segunda con la pintura sin diluir. Te cuento que este verde lo hice mezclando partes iguales de acrílico azul talo y amarillo ocre, y luego agregué blanco hasta que me gustó el color.



Dejé secar bien, y con lija al agua bien finita pero seca, lijé todo el exterior, suavemente, para que saliera el blanco de abajo, y quedara como con lunarcitos.


A la base, como es lisa, le hice un salpicado con el blanco roto con que pinté el interior y un cepillo de dientes. También le hice un poco de salpicado a la parte de arriba, me entusiasmé!!


Por último, dos manos generosas de barniz al agua satinado, y listo, ya tengo una frutera, o un centro de mesa rústico, pero con ese aire de cocina familiar, de campo, no te parece?

Acá sobre una cómoda, con elementos rústicos.


Como frutera, me encanta en mi cocina, con ese toque de color verde sobre el blanco de los muebles.


Acá te la muestro desde arriba, para que veas cómo queda el color blanco roto por dentro.


Creo que quedó un objeto simpático, y pasé una tarde entretenida haciéndolo.
Con esta idea, visito a Marcela Cavaglieri en su finde frugal.
Y como siempre te digo, sos bienvenida a mi casa, te espero siempre!!!