Reciclado de frascos de vidrio
Especieros vintage
Hoy evoco los olores de mi infancia!
Me transporto a la cocina de mi abuela, que guisaba esos platos que alimentaban con sólo olerlos, de tan sabrosos.
La recuerdo a doña Dominga pelando ajos con una cuchilla enorme, permanentemente ocupadas sus manos arrugadas, grandes, blancas. Manos útiles, manos que prodigaban amor con forma de empanadas, guisos de fideos, locro, esas comidas sabrosas y bien condimentadas, abundantes, servidas directamente de la olla. La olla de hierro negra, la misma que uso yo ahora.
Me gusta cocinar con sabores. Los salados, más que los dulces.
Amo el aroma del jengibre, el curry, el romero.
Y tanto como cocinar, me gusta tener la cocina ordenada y limpia.
En estos meses de cuarentena me he dedicado a poner un poco más de orden en toda la casa, aprovechando para hacer esos pequeños trabajos que fui posponiendo por falta de ganas, de tiempo, de inspiración.
Esta vez, sigo con unos preciosos frasquitos de mermelada, que se convirtieron en contenedores de mis especias.
Les dí dos manos de pintura tizada color manteca, aplicada con una muñequilla de esponja.
Mirando mi cocina me doy cuenta que no se parece en nada a la de mi madre o de mi abuela, pero cuando cocino las traigo conmigo; lo que aprendí de ellas, la manera de combinar ingredientes, las recetas heredadas. El agregar arroz al guiso de lentejas, o no usar comino en las empanadas; pequeños detalles que hacen a la historia de la familia.
Quizás por eso es en la cocina cuando más las recuerdo.
Me quedan unos cuantos frascos más, que tengo ganas de hacer invirtiendo los colores. Porque falta ubicar las especias dulces: canela, clavo de olor, vainilla...
Terminado el trabajito de hoy, puedo aventurarme a preparar una rica cena. En homenaje a mi madre, unas berenjenas a la milanesa. Ella las hacía fritas, hoy las preparo al horno.
¡Besos mil!