viernes, 29 de abril de 2016

Té en el jardín


Reciclado de bandeja y cajón con mesa de tocadiscos

Mesa carrito de cocina 

Muy buenos días, otra hermosa mañana de otoño en Rosario!
Por eso, saqué mi mesabandeja al patio, y me senté a tomar un rico té rodeada de mis plantas queridas.
Esta mesabandeja la pensé a partir del soporte de un tocadiscos Winco, que estaban descartando. Por si no la conociste, acá te la muestro en esta imagen de Internet, ya que me olvidé de hacerle una foto a la mía: 



Como ya tenía una bandeja bastante grande, que hizo uno de mis hijos en la escuela, mi esposo reformó el soporte del tocadiscos y lo dejó así:


Por supuesto, lo pinté de blanco roto.
A la bandeja, una mano de pintura oscurita, luego pintura verde agua así como a lo loco, y un estencil repetido varias veces en color blanco. Fijate que no está nítido, lo hice bastante desvaído, y luego le pasé una lija suave, para dar sensación de gastado, usado.



En la rejilla de abajo, un cajón al que le hice un estencil en relieve, con enduido plástico. 
Presenté  el esténcil, sujeté con cinta de pintor, y pasé el enduido plástico con una espátula. Luego saqué el esténcil inmediatamente, y lo limpié antes de que se endurezca el enduido.
Lo pinté con los mismos colores de la bandeja, y en el fondo hice un decoupage con las láminas del aparador de campo que te mostré en esta entrada.
El relieve lo resalté con pintura blanca y pincel seco.





Por supuesto, dos manos de barniz al agua semimate a todo el trabajo y ya está.

Te cuento que la tengo en la cocina, y la usamos de comodín para apoyar objetos que de lo contrario estarían desparramados por cualquier parte: celulares, billeteras, anteojos... 
En el cajón, solemos dejar los diarios, revistas o libros que estamos leyendo.
Pero hoy, te la quise presentar un poco más arregladita, con mi bonita vajilla de té, así que la saqué y te la muestro en el finde frugal de Marcela.


No hagas caso del desorden que se ve al fondo, es que aproveché la mañana templada para acomodar un poco, y me encontré con una jaula que me habían regalado, así que en estos días la voy a tunear!!
Por hoy te dejo, pero ya sabés, pasá cuando quieras, siempre espero tu visita con gran alegría.
Besos mil!


viernes, 22 de abril de 2016

¡Salió el sol!


Frascos de cocina vintage

Transferencia sobre vidrio pintado.


Hola, qué hermoso día amaneció hoy. ¡Salió el sol después de veinte días de lluvia!!! Demás está decirte que abrí todas las ventanas, ventilé la casa, lavé el patio, que era un desastre, acomodé las plantas que había puesto a resguardo de tanta agua...
Entonces, no me quedó tiempo para nada, lo que se dice nada, y ya me había entrado una pena, por no poder participar en el finde de Marcela...porque encima con la poca luz natural que había, las fotos salían horribles.
Pero bueno, pensé en mostrarte estos frascos de cocina hermosos que hice hace tres años, cuando ni pensaba en escribir un blog y compartir mis trabajos.
Mirá, reutilicé este tipo de envases.



Te cuento que primero tenés que comerte todas las aceitunas que vienen en el frasco. No te las comas todas de golpe, no te impacientes, y si podés, juntá varios frascos, así te hacés un lindo conjunto de cocina.

Después, como siempre, los lavás bien, les sacás las etiquetas, y los pintás.
Si tenés pintura en aerosol, le das con esa, preferentemente blanco satinado o mate.
Si no tenés pintura en aerosol, lo hacés a la antigua:
Pirmero una mano de convertidor de óxido blanco con muñequita de gomaespuma, a golpecitos.
Dejás secar, y pintás primero con un color oscuro y  luego con blanco roto, dejando secar entre manos.
En la foto se ve en la parte superior el color oscuro, y abajo el convertidor de óxido blanco.


Ahora elegís alguna imagen que te guste, la imprimís en espejo con impresora láser, o la llevás a la fotocopiadora para que te hagan una copia láser, y  la transferís como te mostré en mis tarromacetas, que podés ver en esta entrada.
En este trabajo corté la fotocopia bien por el borde con tijera, y  traté de que quedara enterita la imagen, poniendo mucho cuidado y paciencia al momento de sacar el papel.
Desgasté con lija, sobre todo en los bordes, para dar impresión de gastado por el uso.
Por último, dos manos de barniz.
Yo usé barniz general brillante, que no es al agua, pero deja un acabado que parece cerámica.

En estos frascos caben medio kilo de lentejas, o de polenta, o de sal gruesa... caramelos, bomboncitos, en fin, eso lo dejo a tu criterio.


Acá te los muestro, a ver si te gustan... Dos en color verde.



Dos con una etiqueta de  rosas preciosas.



Y si se te perdió la tapa, como me pasó con este, lo adornás con hilo, yute, cinta, puntilla, lo que tengas a mano, y te queda un jarroncito divino para darle un toque de naturaleza a la cocina o a cualquier rincón de tu casa.




Te paso un dato: Este año, como estamos con un brote epidémico de dengue, una enfermedad que se transmite por la picadura del mosquito aedes aegypti, las autoridades sanitarias recomiendan no tener jarrones con agua en la casa, por eso yo a las flores o plantitas que solía tener así, ahora las hidrato con trocitos de gomaespuma.
Aprovecho esos recortes que quedan luego de tapizar una silla, o de rellenar un almohadón, lleno hasta la mitad el florero con los cubitos de espuma, y le echo agua, suficiente para que la gomaespuma quede bien húmeda.


Todos los días humedezco la gomaespuma y listo, la planta contenta, y los mosquitos no tienen dónde poner sus larvas.

Espero que esta idea te sirva, te aseguro que los frascos son completamente lavables con esponja y detergente. No hay peligro de toxicidad porque están pintados por fuera, y como te conté, hace tres años los hice, y están como el primer día.
Acá te los muestro balconeando en la repisa, siempre a mano. 



Con este reciclado viejito me voy a participar en el finde frugal de Marcela Cavaglieri, para inspirarme con los trabajos de las talentosas blogueras que participan.
Chau, volvé pronto, ya sabés que te espero siempre! Besos  mil.




viernes, 8 de abril de 2016

Jardinterapia

Hola!
Hoy te traigo una propuesta tan frugal como interesante, me parece. No vas a necesitar ni pinceles, ni pintura, ni lija... solamente tu persona y un gajito de malvón, o cualquier plantita que tengas por casa.
Hace unos días, te comenté que formo parte de un grupo de intercambio de plantas. Sabés, porque te conté, que me encantan, las amo y siempre estoy inventando macetas, maceteros, arreglos para mi patio jardín.
Como te quedaste intrigada con el tema, te voy a contar que hace cuatro años me topé por casualidad en Internet con el aviso de un evento.
Se invitaba a gente interesada en la jardinería a reunirse en  plaza Pringles para intercambiar gajos de plantas, plantines, semillas...
Fui, y ese día cambiaron muchas cosa en mi vida. Pasé una mañana hermosa, a pesar del viento frío que corría, y volví a casa con más plantas de las que llevé. Pero lo más importante, conocí al grupo de mujeres más increíble que te puedas imaginar.
Te lo puedo describir con pocas palabras: sociables, apasionadas, generosas y un poco locas. Eso sí, indudablemente: locas por las plantas.



A partir de esa primera experiencia, acordamos en reunirnos periódicamente con la excusa del intercambio, pero en realidad creo que la mayoría buscaba formar parte de algo, salir del aislamiento, encontrarse con personas afines y disfrutar.
Las primeras veces fuimos todas mujeres, pero de a poco se fueron sumando los muchachos, de todas las edades. Si te fijás en la siguiente foto, hay personas desde los ocho y hasta los ochenta años.



Gente que encontró un espacio donde sentirse a gusto, acompañada por personas con afinidades que las unen más allá de edades, ocupaciones, distancias.
Este tiempo fue, y sigue siendo, de experimentación y aprendizaje sin desperdicio.
Comprendí que no sólo se trata de plantar y regar, aprendí a tener paciencia: las plantas, igual que las personas, tienen sus ciclos, sus tiempos de crecimiento, de reposo, su época de marchitarse y su tiempo de florecer.



Practiqué el despegarme de lo que es superfluo, y empecé a valorar el tocar la tierra, conectándome con el agua, el sol y el aire.
Me asombré al sentir la emoción de  rozar los pétalos de esa flor increíblemente hermosa que estuve esperando todo el año.



Logré no desanimarme ante los fracasos:  A veces esa planta tan ansiada y cuidada se nos muere. Seguí adelante tratando de nuevo, rescatando la humildad de pedir ayuda y consejo. Y gocé al poder darlo también, cuando alguien gritó socorro a gritos porque ¡¡se me muere el cactus chicas!!



Experimenté el asombro al comprobar que hasta en los rincones más sombríos prosperan las flores, y que a veces las más silvestres son las más bonitas.



Que aún en las condiciones más extremas, entre las piedras y a pleno sol rosarino (No sabés lo que son los veranos acá) puede abrirse paso la vida en forma de ese cactus súper espinoso que de repente te ofrece la maravilla de una flor espectacular que no te cansás de fotografiar para mostrarla a tus amigas!



Sentí que valieron la pena la espera, los nervios, el cuidado, la dedicación, los pinchazos de las espinas. Porque el trabajo diario al fin se corona con el logro de ese manojito de color y suavidad con aroma a alegría.



Intenté llevarme bien con los insectos, porque algunos son amigos del jardín...
Desarrollé el gusto por dar, por compartir sin recibir nada a cambio más que un gracias. A veces, un Graaaacias enorme, de alguien a quien le diste un gajo de esa suculenta tan divina que no se consigue en los viveros.


¿Dije nada más que un gracias? A ver:¿Sentiste alguna vez esa sensación de plenitud, de efervescencia que te corre por el cuerpo cuando alguna persona te dice de corazón esa palabra balsámica y sanadora? ¡Gracias!
Te aseguro que cuando empezás a recibirla, maravillas ocurren en tu vida.

Por eso, te invito a que intentes formar un grupo de planteros en tu ciudad, en tu barrio. Fijate que tenés a tu disposición herramientas como facebook, whatsapp,  el viejo y querido teléfono, o el mail, para comunicarte. La cuestión es organizarse, conectarse con otras personas y comenzar a florecer.

No vas a poder parar de plantar.

No vas a parar de ser feliz.

Ah! y si te estás preguntando dónde está Alicia, te lo cuento: en la primera foto, la despeinada de pelo rebelde con el helecho gigante en los brazos, ¡esa soy yo!

Te dejo mil besos, y ya sabés, pasá cuando quieras! Ahora me voy a lo de Marcela Cavaglieri... a mostrar mis florcitas, y ver qué cosas lindas hicieron las chicas.

viernes, 1 de abril de 2016

Otoño primaveral


Maceta reciclando tarros 

Transferencia sobre metal pintado y envejecido a dos colores.


Hola, cómo estás. ¿Creías que me había perdido? Estuve tapada de trabajo!!
Tengo que aprender a administrar mejor los tiempos, no es broma esto de trabajar en un empleo fijo, ser ama de casa, tener un taller de recuperación y escribir (o tratar) un blog.
Y encima, quiero tener tiempo de atender mi jardín, visitar a alguna amiga, preparar plantas para los intercambios del grupo de jardinería, y dormir. Me parece que los días tendrían que ser de treinta y seis horas...
Pero bueno, acá estoy, con un reciclado ideal para estos días cálidos de otoño, en que estamos preparando el primer intercambio del año del grupo Loc@s por las plantas.
Otro día te cuento un poco más sobre esto de los intercambios, por ahí hasta te entusiasmás y organizás algo parecido en tu ciudad.

La historia de hoy es que tenía unos tarros de durazno, que, como todas, guardé porque para algo van a servir.
Tres fotocopias láser que no me di cuenta de sacar en modo espejo, entonces las reservé para hacer algo de entrecasa.
Pintura en aerosol blanco.
Acrílico sombra tostada.
Acrílico blanco cálido.
Barniz.
Un pincel.
Gel de transferencia.
Y nada más.
Frugalísismo!


Primero, hice varios agujeros en el fondo de las latas, para el drenaje del agua de riego.
También practiqué agujeros en el borde, para pasar una cuerda y colgar.
Pinté con dos capas de aerosol blanco, por dentro y por fuera.




Mientras se secaba la pintura, recorté a mano y desgarrando las fotocopias, dejando una pestañita ya te explicaré para qué.



Sobre un nailon, unté toda la fotocopia (menos la pestañita) con el gel de transferencia. Una buena capa uniforme.



Tomé la fotocopia por la pestañita, que para eso era, y la ubiqué sobre el tarromaceta.




Froté con una muñeca de trapo, para que no quedaran burbujas ni partes sin adherir.
Dejé secar de un día para otro.
Si estás apurada, dale con el secador de pelo.
Ahora viene lo lindo, con los dedos húmedos empecé a sacar el papel, ya sabés que sale en rollitos.



Comencé del centro hacia afuera, tratando de hacerlo en varias etapas, dejando secar para ver cómo iba quedando.



Cuando ya no se nota lo blanquecino del papel, está listo.
En varias partes me llevé el papel y la imagen también, pero no me importó porque lo quería bien rústico. Fijate la diferencia entre el de arriba y los de abajo, que aún tienen mucha pulpa de papel para sacar.



Ahora que  saqué todo el papel, empecé a envejecer el tarromaceta, tomando con el pincel pintura sombra tostada un poco aguada, y a cubrir todo, sin miedo! Enseguida, lo limpié con un trapito o una servilleta de papel.




Lo hice tantas veces hasta que me gustó cómo quedaba.
Luego fue el turno del blanco cálido, con la misma técnica.



En todo el cuerpo del tarromaceta, tomé con una esquina del pincel la pintura oscura, con la otra esquina el blanco, y apliqué desordenadamente.
Como jugando a ensuciar!



Con trapito de algodón o servilleta de papel, limpié a golpecitos hasta integrar y que quedara así.




Dejé secar bien, y di dos manos de barniz.




Listos los tarromacetas, para recibir las plantitas que me regalen mis amigas en el intercambio del mes que viene. Y aunque me quedaron medio rojizos, no me desagradan del todo.
Por ahora, te los muestro así.
Y me voy a visitar a Marcela Cavaglieri en su finde frugal, y a todas las blogueras que considero amigas virtuales!



Ya sabés, pasá cuando quieras, entrá sin golpear y si no estoy, recorré igual mi casa virtual, que es tuya también. Besos mil!