lunes, 14 de junio de 2021

Hoy amanecí metalizada....

 

Esferas metalizadas

Reciclado de cartón de huevos.



Junio me encontró esférica, texturada, y con destellos metálicos! 

Le di un descanso al verde, porque el otoño es como que invita a la calidez del cobre, el dorado, los sepias...

Esta estación es casi mi preferida. Los días son tibios, el sol calienta pero no quema, las noches frescas para acurrucarse con una manta liviana y una taza de café.

Fijate que tenía estos cartones donde vienen los huevos, y recordé que vi un video de una artesana que hacía esferas con ellos, luego las recubría con porcelana fría y pintaba. Quedaban preciosas!

Bueno, yo intenté algo parecido, pero más a mi estilo otoñal y un poco rústico.

Porque no soy de hacer cosas perfectas, amo los objetos marcados por el uso, lo cachado, oxidado. Así como las personas. Creo que todos tenemos golpes, manchas, sombras... que nos va dejando el tránsito por esta vida. 

Y también, como mis esferas, tenemos destellos de luz, rayos de esperanza, fulgores de bondad.... Y podemos ser cálidos y suaves, aunque pretendamos ser de acero.

Por eso, estas esferas otoñales, que amé hacer, amasar, modelar, pintar y abrillantar. Como la vida, viste?


Tomé el cartón de huevos, lo remojé en agua apenas tibia, y lo empecé a estrujar con las manos, hasta formar una pelota. 

No tengo foto del proceso, porque estaba con las manos mojadas...




Apreté bien entre las manos la pelota que se formó, y la dejé secar al aire y sol del otoño rosarino.






Para recubrirla, usé papel maché. Sí, esa pasta hecha de papel, harina y engrudo, que nos enseñaron a hacer en la escuela.

Amasé el papel maché y formé una bola apenas más pequeña que la que iba a recubrir, y comencé a envolverla, apretando con la palma de la mano.



Para que quedara bien adherida, usé un poco de cola blanca.






Una vez bien cubierta, le di textura con elementos que tenía por casa. El mango de un pequeño tenedor, la parte de atrás de un pincel, un bolillo.

Ahora sí, a dejar secar bien. 



Al secarse, quedaron de color casi blanco.


Pintura negra y unos toques de turquesa (porque el verde me tira, viste). Luego, una mano de barniz brillante.





Y con los dedos, purpurinas oro, cobre y plata, frotando, mezclando los colores.

Dejé secar toda la noche, y al otro día le pasé un trapito de algodón para retirar la purpurina que no se adhirió.


No salieron esferas perfectas, pero por ser las primeras que hago, pueden tener su lugarcito en mi tabla de planchar antigua. 

No sé a vos, pero a mí me parecen cálidas, con sus destellos metálicos. Y al tacto son suaves y muy livianas.

Creo que voy a seguir intentando con el papel maché, me ha gustado su textura, lo fácil que se maneja y la dureza de las piezas terminadas. 

Ya sabés que esta es tu casa, pasá cuando quieras.

¡Te agradezco la visita, y te dejo besos mil!!!!!